Si tan sólo supiera quienes van a estar en la fiesta podría por lo menos imaginármela, pero nadie me quiso dar señas de lo que me espera. Ojalá que no sea una de esas reuniones aburridas llenas de elogios, promesas, reconocimientos, y nada de lana.
No me sentiría así si tan sólo me saliera algo, pero estoy más seco que nunca, ni una pinche palabra en días, ni siquiera una mediocre, nada. Creo que es esta mi parada, no es la que sigue. ¿Cuándo irán ha hacer los vagones del metro más grandes para que quepamos todos?
Ojalá que esté Paola con una de sus falditas chiquitas, por lo menos eso le traería entretenimiento al asunto. Me dijeron que tal vez va a estar el hijo de González-Caballero. Lo que es haber nacido en buena cuna. Como si se lo mereciera, con una palabra de su padre basta para que todas las editoriales esten a sus órdenes. Pinches niños ricos, escribiendo de pobreza, luchas y marginación, como si tuvieran corazón para sentirlo.
Aquí es donde me bajo, creo que voy a llegar temprano, el metro se tardó menos de lo que esperaba. Puedo caminar por aqui para hacer tiempo. El mercado todavía no cierra. Desde pequeño me gusta el olor de los mercados, los marchantes cierran sus puestos, tapan las torres de frutas con lonas de colores, los perros se preparan para dormir, los sonidos han cedido ante la ausencia de luz. Una señora envuelta en su reboso, pequeña y sumisa camina hacia a mi, cada una de las arrugas de su cara me pueden decir algo, no sé si lo que quiero escuchar, pero lo tengo que oír. ¿Qué le puedo dar?, No tengo nada, ni una sola pinche palabra mediocre. Perdóneme señora, sólo tengo dinero para darle. ¡Que vacuidad!, sólo dinero. Me extiende la mano, me dice algo tapándose la boca. Meto mi mano al bolsillo, le doy todo lo que tengo menos mi boleto de regreso.
Sin vacilar dirijo mis pasos de vuelta a la estacion del metro.
Fabiola
Enero de 2005
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